Probióticos vaginales, ¿cómo usarlos?
28/08/2019Microbiota vaginal
Para entender qué son los probióticos primero hay que saber de qué está compuesta la microbiota vaginal. Las paredes de la vagina están recubiertas por mucosa. En esta mucosa habitan las bacterias que conforman la microbiota vaginal, también conocida como flora bacteriana vaginal.
La microbiota actúa como una barrera natural contra los patógenos que intentan infectarnos. Aunque está compuesta de muchas bacterias que son beneficiosas, las más abundantes son los lactobacilos.
Los lactobacilos producen varias sustancias que actúan como antimicrobianos, como es el ácido láctico, que ayuda a que la mucosa tenga un PH más ácido y que muchos microorganismos patógenos no puedan vivir. Además, como los lactobacilos le hacen la competencia a los patógenos, si toda la mucosa está ocupada por lactobacilos y por otros microorganismos de la microbiota, los patógenos “no tendrán sitio”. Por lo tanto, tener una buena microbiota es beneficioso para nuestra salud, y por ello habrá que restablecerla cuando esté dañada.
¿Qué son los probióticos vaginales?
Los probióticos son microorganismos vivos que, administrados en las cantidades adecuadas, son beneficiosos cuando se toman. Es decir, cuando se tiene una microbiota con menos microorganismos de los que se debería, los probióticos pueden ayudar a restablecerla añadiendo los microorganismos beneficiosos que le faltan. Hay probióticos para la microbiota vaginal y para la intestinal.
Los probióticos vaginales pueden tomarse de forma oral, pero normalmente son administrados vaginalmente. Por ejemplo, Melagyn® Probiótico vaginal de Gynea se presenta en forma de comprimidos de administración vaginal que contienen una cepa única de lactobacilos, con evidencia clínica demostrada. El tratamiento con Melagyn® Probiótico vaginal consiste en siete comprimidos que se aplican en días alternos, cuando no se tiene la menstruación. Los comprimidos son muy sencillos de aplicar, gracias a unos aplicadores que facilitan su introducción en la vagina.
¿Cuándo se deben utilizar los probióticos?
Se deben utilizar los probióticos cuando la microbiota vaginal está alterada. Mediante un exudado vaginal, el ginecólogo puede saber si hay alteraciones en la microbiota, y recomendar probióticos cuando se necesitan.
La microbiota se puede alterar por diversos factores:
- Cambios hormonales: concretamente los cambios en estrógenos. El estrógeno es una hormona sexual producida por los ovarios, que actúa sobre la microbiota vaginal produciendo glucógeno, que luego será utilizado por los lactobacilos para producir el ácido láctico. Sin el ácido láctico la microbiota es menos ácida y más susceptible a las infecciones.
- La menstruación: el sangrado menstrual tiene pH neutro o ligeramente alcalino, lo que puede provocar que los lactobacilos no crezcan como es debido, ya que no crecen en estos valores, un hecho que viene agravado por el arrastre que lleva a cabo el fluido menstrual y los tampones higiénicos.
- Duchas vaginales: aunque pueda parecer lo contrario, las duchas vaginales pueden alterar la microbiota. Por lo tanto, no se debe realizar más de una ducha vaginal al día. De la misma forma, no es bueno aplicarse productos que no sean específicos para la zona íntima.
- Antibióticos: los antibióticos actúan contra las bacterias que hay en nuestro cuerpo, incluidas aquellas que se encuentran en la microbiota vaginal. De esta forma, cuando tomamos antibióticos nuestra flora puede resentirse.
- Llevar ropa muy apretada: la ropa apretada puede favorecer la aparición de microorganismos patógenos, así como debilitar la microbiota. Lo mejor para nuestra zona íntima son las piezas de ropa de algodón.
- La mala higiene después de las prácticas sexuales: después de tener relaciones sexuales, lo más conveniente es cuidar mucho la higiene.
Como resumen, los probióticos se deben utilizar cuando la microbiota esté alterada por cualquier causa. Se suelen recomendar como tratamiento complementario a las infecciones vaginales, ya que con la microbiota alterada hay más riesgo de infecciones. También se utilizan para evitar recaídas cuando se ha tenido una infección previa. Y por supuesto, pueden utilizarse cuando alguno de los factores mencionados anteriormente hayan alterado la microbiota.