Vitamina D para niños y bebés: por qué es importante
20/03/2023La vitamina D es un nutriente indispensable para el organismo y que obtenemos principalmente de la exposición solar. Es el encargado de absorber el calcio y de mantener la salud de los huesos, reduciendo el riesgo de patologías como la osteoporosis y las fracturas óseas. También asegura el correcto movimiento de los músculos y refuerza el sistema inmunitario, mejorando su capacidad para combatir los diferentes tipos de virus y bacterias.
En los últimos años, numerosos estudios han detectado que más de la mitad de la población mundial sufre un déficit de vitamina D. Una situación que se produce incluso en España, un país con más de 2.500 horas de sol al año, donde un 60% de los adultos tienen niveles por debajo de lo recomendado.
Las consecuencias de un déficit de vitamina D nunca deben pasarse por alto. Sin embargo, resulta de especial importancia realizar un control en los casos de niños y bebés, debido a que esta carencia puede alterar gravemente su crecimiento y desarrollo.
Causa del déficit de vitamina D en niños y bebés
Según un informe de la doctora Diana Díaz Rizzolo, la falta de vitamina D en la población se debe principalmente a tres motivos, que se extienden tanto a adultos como a niños:
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Una rutina que nos lleva a estar cada vez más horas dentro de casa.
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El uso generalizado de protectores solares.
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Una dieta pobre en vitamina D.
Así pues, el aumento de actividades domésticas como jugar a videojuegos o ver la televisión está restando horas al tiempo que los niños pasan al aire libre. En muchos casos, además, esto se debe a la imposibilidad de los padres para adaptar su horario laboral y evitar que los niños estén solos en casa.
Por su parte, el uso de protectores solares es una práctica necesaria para cuidar la piel sensible de niños y bebés, protegiéndolos frente a patologías como quemaduras, dermatitis o reacciones inflamatorias. Aunque nunca debes dejar que se expongan directamente al sol sin protección, es importante valorar el fototipo de cada niño y consultar las clases de filtros solares que existen.
Finalmente, la Asociación Española de Pediatría establece que los bebés menores de un año necesitan 400 UI de vitamina D diarios, mientras que los niños de entre 1 y 13 años requieren un aporte de 600 UI diarios. Se calcula que a estas edades se obtiene entre un 10% y un 20% de dicha cantidad a través de la alimentación, por lo que el déficit de vitamina D puede estar causado por la falta de algunos alimentos en su dieta, como, por ejemplo:
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Hígado de ternera, que contiene 68 IU por 100 g.
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Huevos, que contienen 40 IU por 100 g.
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Pescado azul (atún, salmón, caballa…), que contiene 10 IU por 100 g.
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Marisco (gambas, mejillones, pulpo…), que contiene 10 IU por 100 g.
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Setas, que contienen 7 IU por 100 g.
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Lácteos (yogures, leche, queso…), que contienen 2 IU por 100 g.
Falta de vitamina D y raquitismo
El déficit de vitamina D en niños y bebés está relacionado con varias alteraciones en el desarrollo del organismo. La enfermedad que más preocupa a los padres es el raquitismo, que se caracteriza por el debilitamiento y descalcificación de los huesos.
Los niños que sufren esta patología presentan huesos blandos o deformados, que derivan en el ablandamiento del cráneo, arqueamiento de las piernas, deformación de las costillas y problemas de altura. El raquitismo infantil puede detectarse a partir de los siguientes síntomas:
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Dolor constante en la columna vertebral, la pelvis y las piernas.
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Calambres y debilidad muscular.
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Retraso en el desarrollo psicomotor y de la dentición.
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Muñecas y tobillos hinchados.
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Tendencia a sufrir infecciones.
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Exceso de sudoración.
Ante la sospecha de un caso de raquitismo, se recomienda acudir inmediatamente al pediatra para que realice un examen físico del niño o bebé. Los análisis de sangre, las pruebas de orina y las radiografías permitirán conocer el estado de sus huesos e iniciar el tratamiento necesario.
Otros problemas de desarrollo en niños y bebés
Los niños y bebés con déficit de vitamina D tienen más posibilidades de sufrir otros problemas vinculados a su desarrollo. Uno de los más habituales, debido a su relación directa con la resistencia de los huesos, es el riesgo de caries.
Sin embargo, y puesto que la vitamina D también interviene en otros procesos musculares y del sistema inmunitario, mantener unos niveles bajos de este nutriente aumenta el riesgo ante enfermedades respiratorias y cardiovasculares.
Algunas de las más habituales son la bronquiolitis, que afecta al 40% de los bebés en su primer año de vida; y el asma, una afección que no tiene cura y que padecen en torno al 15% de los niños de entre 6 y 14 años.
¿Debo recurrir a la suplementación de vitamina D con mi bebé?
Aunque un médico debe valorar cada caso específico, los pediatras recomiendan dar suplementos de vitamina D durante los primeros 12 meses de vida. Esto se debe principalmente a que los bebés no deben ser expuestos al sol directo, lo que reduce en gran medida la cantidad que pueden obtener de forma natural.
De los 400 UI de vitamina D diarios que necesitan los menores de un año, la leche materna aporta unos 3 UI por cada 100 gramos. Se trata siempre de la mejor fuente de nutrientes para el bebé, pero su composición incluye una cantidad de Vitamina D reducida y condicionada por la naturaleza humana, donde se espera que vivamos al aire libre y en un mundo soleado. Por este motivo, especialistas como la doctora Marta Díaz Gómez, coordinadora del Comité de Lactancia de la Asociación Española de Pediatría, aconsejan extender la suplementación durante tanto tiempo como se mantenga la lactancia.
Entonces, ¿qué sucede cuando el bebé es alimentado con leche de fórmula? Por lo general, la respuesta vuelve a ser afirmativa. Las distintas marcas de leche artificial incluyen un mayor aporte de Vitamina D en su formulación, pero, tal y como declara el doctor José Mengual, pediatra y coordinador de Previnfad, “para alcanzar la dosis recomendada el bebé debería tomar un litro de leche de fórmula al día, y los lactantes no suelen tomar tanta”.
¿Se recomienda la suplementación después del primer año?
Tras el primer año de vida, cada pediatra valorará si el niño debe continuar con la suplementación de vitamina D.
Por lo general, se recomienda dar prioridad a otras fuentes vinculadas a la exposición solar y la alimentación, reservando los complementos vitamínicos para situaciones excepcionales, como, por ejemplo:
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Si vives en un país con pocas horas de luz solar.
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En niños que no pueden salir a la calle regularmente.
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En casos de piel muy sensible al sol.
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Cuando se sigue una dieta vegana o vegetariana.
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Ante enfermedades crónicas o tratamientos que reduzcan la absorción de vitamina D.